28 diciembre 2011

EN EL JARDÍN DE LAS ROSAS VI

Volvimos a mi casa algo inquietos. Martín no paraba de sacar conjeturas. El trabajo fue lo primero que dijo.
- Tal vez la empresa no pueda quedarse sin mí.
- Mirá Martín, vos sabes que yo te quiero mucho, que me siento muy sola desde que no estás… bueno físicamente hablando. Pero sinceramente no creo que tenga que ver con el trabajo. Sabés perfectamente que nadie es indispensable.
- Sí, es verdad. Pero los que quedaron tampoco son una joyita. – dijo haciéndose el agrandado. Comenzamos a reír sin parar y a defenestrar a cada uno de nuestros compañeros, familiares incluidos. Cenamos y el cansancio se hacía sentir. ¿Sentiría cansancio él?
- ¿Dormís?
- Si, como no voy a dormir.
- ¿Y lo haces como antes… cuando estabas vivo?
- No siento grandes diferencias realmente.
- Es tan extraño estar hablando de estas cosas.
- Siempre hablamos de estas cosas.
- ¡Es cierto!
- Tal vez por eso te puedo ver – las risas volvieron a invadir el ambiente.
Me había olvidado todo lo que nos divertíamos.
Cuando nos conocimos, caímos en gracia. Éramos apenas unos adolescentes tratando de ser adultos. Nos poníamos serios para trabajar, pero al rato estábamos bailando en la oficina.

- ¿En que pensás?
- En el pasado. Me estaba acordando la vez que casi chocamos. Nos salvamos de milagro.
- Si, me acuerdo. Los dos estábamos en cualquiera.
- Pero yo no manejaba, vos sí.
- Ahora me vas a echar la culpa que hace seis años atrás casi te morís.
- Bueno echar la culpa no, pero …
- ¿No tenés otro recuerdo mejor?
- Tal vez lo más conveniente sea que vayamos a dormir – le dí un beso y me fui a mi habitación.
La semana había transcurrido en forma rutinaria, como siempre. Martín seguía sin encontrar la causa de su estadía en este plano y yo trabajaba bajo su presión.
Se volvía cada vez más complicado mantener charlas dentro del trabajo. Mis compañeros me veían hablando sola y pensaban que la muerte de Martín me había afectado más de lo normal.
Había momentos en los que él se ausentaba por un par de horas, pero nunca me sabía decir adonde iba.
El otoño estaba instalado y todos se habían acostumbrado a la idea de su ausencia. Sabía que eso lo lastimaba. No comprendía como podía ser que se hubiesen olvidado tan rápido de él. La realidad era diferente a la visión de Martín y yo pude entenderla después de un tiempo. Nadie se había olvidado de él. La rutina marcaba los pasos a seguir para que la vida fuera menos trágica.
Intenté explicárselo miles de veces pero era inútil.
Una mañana mientras desayunábamos me pidió un favor.

- Quiero ver a Carolina. Necesito decirle varias cosas. Quizás esa sea mi cuenta pendiente.
- No pretenderás que yo te acompañe.
- Laura, sabés perfectamente que no me puede escuchar.
- Esto es lo más parecido a Ghost, la sombra del amor. Patético.
- No seas irónica. No te estoy pidiendo que me prestes tu cuerpo, sólo necesito ver a Carolina.
- Está bien. Está bien.
- Gracias - y se levanto para abrazarme. Y no me soltaba ya casi no podía respirar.
- Si me matas antes, dudo que ambos podamos pasar de plano aflojá un poco con los abrazos.
Esa misma tarde me junté con Carolina. Me costó convencerla. Últimamente no salía demasiado. Después de los tediosos trámites se había encerrado en su casa.
Martín quería decirle tantas cosas. La única forma que se me ocurrió fue que le escribiera en computadora para que no reconociera la letra. Sospechoso también, pero nuestra coartada era perfecta. Le iba a decir que, acomodando las cosas de la oficina de Martín, había encontrado una carta para ella. Si lo pensaba dos veces no era muy creíble, pero la realidad es que nos íbamos a aprovechar de sus defensas bajas. Suena horrible, pero era la única forma que teníamos para saber si eso era el pase al otro plano.

5 comentarios:

Juan Carlos Celorio dijo...

Hola! El parón de las fiestas me ha permitido leer todos los capítulos atrasados de un tirón. La historia gana interés, que espero ir desvelando pronto. La historia me parece difícil de escribir, considero que tiene mucho mérito como lo estás haciendo. Trasmites muy bien los sentimientos, de Laura, Martín, pero también de los demás personajes que aparecen.
Espero ver como asume Carolina las noticias de Martín.
Un beso y ánimo, espero seguir conociendo la historia.

Cecy dijo...

yo tambien estoy sufriendo...DE ANSIEDAD!!!!

seguimos

Alezhi dijo...

Noooo, no nos dejes en suspenso...

a la espera de la continuación de esta historia, ¿será ese el pase de Martin al otro plano??

saludos y Feliz año nuevo

La sonrisa de Hiperion dijo...

Estupenda la historia, como cada vez que paso por tu casa. Genial.

Saludos y un abrazo.

Raúl dijo...

Ese toque fantástico de la historia se percibe de forma muy coherente, sin chirridos.
Feliz año.