Al día siguiente nada de lo que había pasado esa noche era recordado. La mañana transcurrió sin sobresaltos, hasta que llegó nuevamente la hora de escribir.
-¿Dónde vamos? a ver genia, pensá un lugar que esta vez sea neutral.
-Pero necesitamos una computadora así que va a tener que ser en tu casa o en la mía.
-Por la computadora no te hagas problema, llevo la notebook pero creo que necesitamos un lugar fijo y neutral
Una hora fue lo que nos llevó esta conversación. Finalmente conseguimos el famoso lugar, el sótano del bar ubicado en la esquina de la facultad. Si bien corríamos peligro de ser descubiertos, el ambiente era ideal para la acción. No mal interpreten esta palabra, hablo de escribir.
-¿Ahora a quién atacamos?
-Esta vez dejáme a mí, te juro que te vas a sorprender.
SUEÑOS PERDIDOS
Amigos o por lo menos eso aparentaban ser. Ella lo amaba. Él sólo quería su amistad. Todo ocurrió después de que apareciera aquel que la sacaba de las casillas y que al amigo, le despertaba celos su presencia.
Ese, que le mostraba un mundo diferente al que hasta ahora había conocido. El mismo al cual la amistad muy poco le importaba si se trataba de mujeres.
Los demás notaron su interés por ese nuevo hombre que había aparecido en su vida, pero ella intentaba dejar en claro que nada pasaba entre ellos, que era una locura.
La duda la invadía en reiteradas oportunidades. Aparecía sobre todo cuando estaba con el otro. ¿Qué era lo que él sentía por ella? ¿ Por qué esa sensación de algo más? Sin embargo la verdad era una. Amistad. Sólo eso los unía. Nadie quería decirle la verdad a ella, cobardía miedo o respeto, pero no tenían las agallas para enfrentarla y destruir sus ilusiones sin embargo todos deseaban que de una vez por todas pusiera los pies sobre la tierra y comenzara a buscar otros horizontes.
El se animó. Para ella era otro ataque, no lo escuchó y siguió adelante con sus sueños.
Día y noche pensando en su amigo, perdiendo su tiempo en proyectos no iban a tener buen destino. Pero aquel que la descolocaba de los sueños presentía la realidad. Intentó mil veces hacerle comprender que el mundo es como es y quienes debemos adaptarnos somos nosotros. Ella estaba ciega, sólo quería seguir naufragando en su realidad.
Un día su amigo le dijo la verdad, que no la amaba que debía hacer su vida. Ella no lo soportó.
Decidió irse. ¿Evadir la verdad la haría más feliz? Aquel que se lo había advertido, estaba a su lado y le ofrecía la oportunidad de viajar juntos a Las Leñas. Él parecía transmitirle la tranquilidad que ella necesitaba. Fue una buena semana para ambos. Un mail rompió la armonía de aquellos días, su amigo se había comprometido con aquella chica que siempre amó.
Al día siguiente debían regresar. Él le había confesado su amor, pero no obtuvo respuesta.
Ese hombre le había brindado todo, pero el amor que sentía por su amigo era más fuerte y el dolor de su desamor cada día más profundo.
Tomó el auto y condujo hasta un lugar alejado, se detuvo unos segundos para tomar valor, puso primera y aceleró corrió y corrió hasta que perdió el control del vehículo. Volcó hasta encontrar su fin frente a una roca gigantesca cubierta de hielo macizo.
El la salió a buscar desesperado, tenía un mal presentimiento. Movilizó a toda la policía de la zona, encontraron aquel trágico accidente ¿o le podemos decir suicidio?
Un llanto desgarrador invadió al enamorado. La policía lo apartó del lugar. Con su tristeza inconsolable a cuestas tuvo que llamar a quienes la querían, incluso a aquel que la había conducido al terrible desenlace.
Con un gran remordimiento, el amigo viajó al lugar del accidente. No pudo evitar sentirse culpable.
Cuando ambos hombres estuvieron cara a cara sólo pudieron llorar, sin palabras sin rencores ni odios, al fin y al cabo ambos la querían aunque de diferente manera.
La tristeza los había unido como ella los había enfrentado.
Su amigo no deja de llevar sus flores preferidas a su tumba. Como tampoco, aquel que la amó la dejo de llorar
FIN
- ¿Y , te gustó?, para mí es genial
- ¿Estás loco? ¿te pensas que no me dí cuenta que estabas hablando de mí? ¡Me mataste sin piedad, me querés ver muerta! No quiero verte núnca más.
Me fui muy angustiada. Me había matado, sin embargo yo había pegado primero sin medir las consecuencias.