23 febrero 2010

LUCES (PARTE II) : SUEÑOS PERDIDOS


Al día siguiente nada de lo que había pasado esa noche era recordado. La mañana transcurrió sin sobresaltos, hasta que llegó nuevamente la hora de escribir.

-¿Dónde vamos? a ver genia, pensá un lugar que esta vez sea neutral.
-Pero necesitamos una computadora así que va a tener que ser en tu casa o en la mía.
-Por la computadora no te hagas problema, llevo la notebook pero creo que necesitamos un lugar fijo y neutral

Una hora fue lo que nos llevó esta conversación. Finalmente conseguimos el famoso lugar, el sótano del bar ubicado en la esquina de la facultad. Si bien corríamos peligro de ser descubiertos, el ambiente era ideal para la acción. No mal interpreten esta palabra, hablo de escribir.
-¿Ahora a quién atacamos?
-Esta vez dejáme a mí, te juro que te vas a sorprender.

SUEÑOS PERDIDOS

Amigos o por lo menos eso aparentaban ser. Ella lo amaba. Él sólo quería su amistad. Todo ocurrió después de que apareciera aquel que la sacaba de las casillas y que al amigo, le despertaba celos su presencia.
Ese, que le mostraba un mundo diferente al que hasta ahora había conocido. El mismo al cual la amistad muy poco le importaba si se trataba de mujeres.
Los demás notaron su interés por ese nuevo hombre que había aparecido en su vida, pero ella intentaba dejar en claro que nada pasaba entre ellos, que era una locura.
La duda la invadía en reiteradas oportunidades. Aparecía sobre todo cuando estaba con el otro. ¿Qué era lo que él sentía por ella? ¿ Por qué esa sensación de algo más? Sin embargo la verdad era una. Amistad. Sólo eso los unía. Nadie quería decirle la verdad a ella, cobardía miedo o respeto, pero no tenían las agallas para enfrentarla y destruir sus ilusiones sin embargo todos deseaban que de una vez por todas pusiera los pies sobre la tierra y comenzara a buscar otros horizontes.
El se animó. Para ella era otro ataque, no lo escuchó y siguió adelante con sus sueños.
Día y noche pensando en su amigo, perdiendo su tiempo en proyectos no iban a tener buen destino. Pero aquel que la descolocaba de los sueños presentía la realidad. Intentó mil veces hacerle comprender que el mundo es como es y quienes debemos adaptarnos somos nosotros. Ella estaba ciega, sólo quería seguir naufragando en su realidad.
Un día su amigo le dijo la verdad, que no la amaba que debía hacer su vida. Ella no lo soportó.
Decidió irse. ¿Evadir la verdad la haría más feliz? Aquel que se lo había advertido, estaba a su lado y le ofrecía la oportunidad de viajar juntos a Las Leñas. Él parecía transmitirle la tranquilidad que ella necesitaba. Fue una buena semana para ambos. Un mail rompió la armonía de aquellos días, su amigo se había comprometido con aquella chica que siempre amó.
Al día siguiente debían regresar. Él le había confesado su amor, pero no obtuvo respuesta.
Ese hombre le había brindado todo, pero el amor que sentía por su amigo era más fuerte y el dolor de su desamor cada día más profundo.
Tomó el auto y condujo hasta un lugar alejado, se detuvo unos segundos para tomar valor, puso primera y aceleró corrió y corrió hasta que perdió el control del vehículo. Volcó hasta encontrar su fin frente a una roca gigantesca cubierta de hielo macizo.
El la salió a buscar desesperado, tenía un mal presentimiento. Movilizó a toda la policía de la zona, encontraron aquel trágico accidente ¿o le podemos decir suicidio?
Un llanto desgarrador invadió al enamorado. La policía lo apartó del lugar. Con su tristeza inconsolable a cuestas tuvo que llamar a quienes la querían, incluso a aquel que la había conducido al terrible desenlace.
Con un gran remordimiento, el amigo viajó al lugar del accidente. No pudo evitar sentirse culpable.
Cuando ambos hombres estuvieron cara a cara sólo pudieron llorar, sin palabras sin rencores ni odios, al fin y al cabo ambos la querían aunque de diferente manera.
La tristeza los había unido como ella los había enfrentado.
Su amigo no deja de llevar sus flores preferidas a su tumba. Como tampoco, aquel que la amó la dejo de llorar

FIN

- ¿Y , te gustó?, para mí es genial
- ¿Estás loco? ¿te pensas que no me dí cuenta que estabas hablando de mí? ¡Me mataste sin piedad, me querés ver muerta! No quiero verte núnca más.
Me fui muy angustiada. Me había matado, sin embargo yo había pegado primero sin medir las consecuencias.
CONTINUARA....

17 febrero 2010

LUCES (PARTE I): PASIONES FATALES

Hola a todos!!!!!! Antes que nada disculpen la tardanza en públicar y en visitar sus sitios. La realidad es que estoy sin compu en mi casa y eso hace más dificultos la tarea diaria de entrar en este espacio.
Quiero proponerles algo y espero tener respuestas positivas. Hace un par de años escribí una especie de novela corta que me gustaría compartir con ustedes. Hoy voy a públicar el primer capítulo y todas las semanas estare haciendo una nueva entrega. Espero no aburrirlos. Saludos y gracias

LuluZiña


LUCES



Historias de vida. Historias que se les ocurren a dos personas tan sólo con la observación.

Peleas, discusiones sin sentido que terminaron dando vida a este libro.

Juntarnos a escribirlo comprometió el doble nuestra relación de compañerismo.

Día primero. No recuerdo haberte visto. Los nervios me cegaron y sólo tengo un vago recuerdo de algunas personas que sobresalían del resto.

Día segundo. Noté tu pr

esencia. Eran inevitables tus blondos rizos y no pude ni imaginar que cruzáramos palabra alguna, parecías inalcanzable.

Los días subsiguientes me fui acercando y aunque no lo quisiste reconocer por tu gran arrogancia, vos hiciste lo mismo. Al principio, silencios y luego las ironías que venían de la mano de sentimientos reprimidos que traíamos de nuestras vidas pasadas.

¡Qué difícil llevarse bien con vos! Nunca nos poníamos de acuerdo.

Te impactó en el mismo momento en el cual yo estaba distraída mirándolo a él. Al mismo que después te la robaría de tus brazos metafóricamente.

A partir de ese día, comencé a escribir una historia. Ese episodio despertó mi imaginación que permanecía dormida hacia ya más de un año.

Una música suave de fondo inspiro el titulo, siguiendo por los primeros renglones.

Llegaste al otro día y me leíste el pensamiento eso me molesto.

Querías escribir conmigo. Nunca había escrito algo de a dos. Compartir mi don con otra persona era un desafío y me daba miedo, pero te dije que si. Supongo que tu poder de seducción me atrapó.

- ¿Cuándo y dónde empezamos? La condición es clara yo dirijo. No sea cosa que me pase lo mismo que con el trabajo práctico del jueves. Yo pongo las reglas te guste o no.



Curiosamente aceptó. Sabía que el tema central de mi primer cuento lo iba a lastimar. No me importo.

-

Te espero en mi casa a la salida. Dos horas nada más porque tengo que estudiar.

¿Se había vuelto loco o no entendía castellano?, yo estaba que echaba chispas.

-Dije que las reglas las ponía yo. – grité sin tener en cuenta que había mucha gente a mi alrededor.



Igual acepte. Debía comenzar de una vez. Despejar mi mente en ese momento crucial de mi vida era necesario.

Fuimos caminando juntos y mentimos para ir a su casa, nadie debía enterarse de lo nuestro.

-Dejamos de dar vueltas y empezamos por favor.



Para el era un trámite, para mí una pasión, así que comencé escribiendo.

PASIONES FATALES


Cabellera rubia. Anteojos negros. Vestimenta provocativa. Se acerca a él y le susurra en el oído, se ríe, sus miradas se cruzan, se complotan en un secreto que sólo ellos dos saben y que los demás creen

descubrir.
Él, persona extraña si las hay. Musculosa. Lentes oscuros. Jeans rotos y campera de cuero. Tiene ese “no se que”, que hace que las mujeres se den vuelta para mirarlo.

Un tercero en discordia. El novio de ella. De quien no sabemos absolutamente nada.
Ese día comenzó todo, salieron juntos, sé reían. El fantasma de su novio había desaparecido, ¿infidelidad o simplemente diversión?, cada cual lo toma como quiere. Para ellos sólo un juego.
La mañana empujaba a la noche, aquel cuarto había sido testigo de una desencadenante pasión que día a día aumentaba.
Llegaron juntos, sin perjuicio alguno, nunca nos imaginamos que manifestarían sus sentimientos en público, muchos no comprendíamos, estábamos al tanto de la existencia de un supuesto novio de ella y de los conflictos que traía consigo él, pero al parecer el deseo sobrepasó cualquier límite social.
Así continuaron suscitándose los días. Mimos, caricias y peleas, eran protagonistas en el escenario del estudio.
Aquella mañana él no vino a clase, supusimos que era lo mismo de siempre. Lo suponíamos. Ella le había vuelto a histerisquear, él había enfurecido. Las cosas se complicaban, el novio de ella descubrió su mala jugada y les cantó truco y como no fue de otra manera, ella dijo quiero.
Era todo un desafío hacerle frente a ese hombre poderoso que le brindaba seguridad económica y amor para toda la vida. La pasión era más tentadora, aquel extraño ponía a prueba sus instintos femeninos.
La situación llegó a un punto insostenible, él no quería seguir en el medio, pero la que mandaba era ella, estaba arruinando la vida de dos personas y muy poco le importaba, era mal vista por sus pares, pero ignoraba las críticas.
Una noche, una de tantas que compartían juntos, el novio de ella apareció. Estaba armado y desesperado.
Quería matarlos, literalmente.
Ella rogaba y suplicaba piedad. Él se perdía entre el humo de su cigarrillo, nadie podía auxiliarlos, el juego se definía. Era extremadamente claro quien tenía las riendas en esta desopilante historia. La vida de los amantes estaba en manos de aquel que amaba, y que la pasión que había nacido entre él y ella poco le importaba en ese momento.
Al amante no parecía preocuparle en lo más mínimo la situación, se sentía resignado y consiente de pagar culpas que le eran propias. Ella lloraba y su rimel se había desplazado por todo su rostro, y la sensualidad y hermosura artificial que aquella rubia irradiaba, se comenzó a opacar dando paso a la verdad. Poco importaba. El final estaba cerca, y nadie podía detener el destino.
El novio de ella se cansó de escuchar sus gritos desgarradores de clemencia, la golpeó hasta tirarla al suelo. Ese fue el momento en el que él reaccionó, pero era demasiado tarde, el alma destrozada de aquel que se desvivió por ella pudo más y su mano actúo, la bala fue directo al corazón dejándolo a él largando el último humo de aquella pitada dada con temor y cobardía.
Ella lloraba esperando un milagro que nunca llegó. Segunda bala, y directo al cerebro porque sospecho que no existía un corazón.
Cerró la puerta del departamento y se fue. Ido, caminó sin rumbo y sin culpas volvió a su casa llamó a la policía y reportó el hecho, se ducho armó su valija y esperó a que fueran por él. Declaró ante el juez, quien determinó que ese hombre era inocente, aquella mujer había matado lo poco que quedaba de él. Ella era culpable, pero ya nada se podía hacer al respecto. El juego ya había culminado, nadie ganó todos apostaron su vida y la perdieron, inducidos por el vicio de la pasión

FIN

-¡Pero que te pasa, estas completamente loca!, como vas a terminar el cuento así.

-Te dije que las reglas las ponía yo y cuando me entere que ella salía con él, lo primero que imaginé fue que el novio de ella los mataba a los dos.

-Estás loca, no tenés piedad.

- Por que no te callas y aportas algo inteligente. Desde que comencé a escribir lo único que dijiste fue que hermosa y sensual era la rubia.

-¿Estás celosa? ¿no te podes comparar con la rubia y por eso la mataste?

-Sos un inútil. Deja de decir pavadas, quien te crees que sos.

-Dejemos de discutir y pasemos al próximo cuento.

-¿No era que sólo dos horas porque tenías mucho que estudiar?

-si bueno, pero vamos retrasados y…

-y querés estar conmigo, reconocélo

-sí, estoy muerto por vos.



Estallamos los dos en una carcajada que le puso fin a la pelea.

Trabajar juntos se había vuelto un campo de batalla. Cuento que realizábamos final que discutíamos. Se había enojado y yo era conciente que lo iba a hacer, ella lo volvía loco y yo la había matado, en la ficción pero muerta al fin.

Debía reconocer que esta vez le pegué donde más le dolía. Disfrutaba al hacerlo, pero la verdad es que no tenía ningún motivo para haber acumulado tanta bronca contra él.

Sin embargo me resultaba muy dificultoso tratarlo sin agresiones.

Él ya había ordenado.

- Seguimos mañana. Estoy cansado y la verdad es que ya no tengo ganas de escucharte.

- Esta bien, como quieras –dije en forma irónica- la verdad es que yo también estoy cansada de tu egocentrismo así que mejor me voy.




Una tormenta azotó la ciudad. Esta vez no se trataba de ninguna pelea. Un temporal se había largado en Buenos aires y la verdad era que yo no podía salir de su casa en esas condiciones. Él se portó como un verdadero caballero y sacó su auto para llevarme hasta mi hogar. Se puede decir que fue allí cuando conocí más sobre él. Era algo inevitable que no toquemos temas personales. Cuando llegamos a destino me preguntó como seguiría todo.

- ¿Y ahora que tema vamos a tocar? vas a clavarle cuchillos o vas a hacer que la sacrifiquen.

Por supuesto estaba hablando de la rubia, pero no quise continuar con la agresión. Preferí que ese día todo terminara en paz.

- Que duermas bien, te veo mañana.




Baje del auto y no volteé a mirarlo. Entre a casa y me quede detrás de la puerta hasta sentir el ruido del auto que partía.


CONTINUARA....


09 febrero 2010

LA TARDE DEL COLIBRÍ

En esta ocasión, quiero publicar un cuento que escribí cuando tenía catorce años.
Quizá no sea el mejor o el más correcto. Pero fue allí cuando sentí que lo que más me gustaba en la vida era escribir. Espero sepan disculpar este atrevimiento y no me ofendo si no recibo comentarios al respecto.

Saludos

LuluZiña.
LA TARDE DEL COLIBÍ

La última tarde que lo vi, una lagrima derramada recorría mi rostro marcado por el dolor de aquel adiós que le había dicho.
Esa misma tarde, aquella fatalidad nos dejó una marca inborrable a todos los que conocíamos a Juan.
El colibrí que presenciaba toda la historia de nuestro amor, no volvió a posarse en las flores del jardín de mi abuela.
Todo comenzó años atrás, cuando yo trabajaba de mesera en el bar de mi tío. Un sábado, tuve que atender a la mesa dos, reemplazando a una compañera. En la misma, estaba sentado Juan con su novia. Discutían muy fuerte y mi tío me pidió que trate de calmarlos porque estaban dando un desagradable espectáculo al resto de los clientes.
Me acerque cautelosa y les pedí muy amablemente que bajaran el tono de voz. No lo hicieron. Mi tío, hombre de pocas pulgas, les pidió que se retiraran del lugar. El chico se disculpó, pero la muchacha se levantó muy enfurecida, llevándose el mantel con ella, tremendo lío provocó, tuvimos que limpiar todo aquel desorden.
Un día, aquel joven volvió. Estaba sólo, cuando me dispuse a tomarle el pedido, el muchacho me reconoció y me volvió a pedir disculpas por el comportamiento de aquella chica. Era temprano y el bar estaba vació. En compensación por lo ocurrido, me invitó a sentarme en su mesa y tomar un café con él. Yo no quería, pero lo vi tan necesitado de un oído que lo escuche, que me dio pena y accedí a su pedido. Me contó a cerca de aquella historia de amor que había culminado esa tarde de sábado en el bar de mi tío.
Desde ese día comencé a salir más seguido con Juan, lo acompañaba a todos lados y aprendí a quererlo.
Después de un tiempo comprendí como había sido la verdadera historia de aquella ruptura. Juan tenía una muy buena posición económica y un gran futuro, pero eso lo descubrí cuando ambos estábamos enamorados.
Ese verano había llegado lleno de amor. Recuerdo que los dos adorábamos ver a los colibríes tomando el néctar de las flores del jardín de mi abuela, pero había uno en especial que era multicolor y nos pasábamos horas contemplándolo. La vida junto a Juan era maravillosa.
El verano culminaba y yo comenzaba una nueva etapa en mi vida, la facultad. No es porque sea vanidosa, pero en poco tiempo me convertí en una de las mejores alumnas.
El invierno trajo con el, la pelea más grande que tuve con Juan. Se había vuelto un hombre muy celoso y materialista, no era el mismo que compartía las tardes de verano conmigo. El amor parecía enfriarse. Con las esperanzas de que nuestra relación mejore, nos fuimos a vivir juntos. La convivencia se tornaba insoportable, tenía ganas de salir corriendo. Miles de veces trate de salvar nuestra pareja y terminé dándome cuenta que lo mío con Juan había sido sólo un apoyo mutuo. Dos personas que se habían hecho un favor acompañándose uno al otro.
A esa conclusión llegué el día que conocí a Ignacio. Éramos compañeros de la facultad y pasábamos mucho tiempo juntos, entre exámenes y trabajos prácticos. Aprendí lo que era el amor, me sentía querida verdaderamente, pero esa felicidad no era completa porque Juan no quería darse cuenta que nuestra relación había terminado. Ya no nos amábamos. Él seguía con su vida como si nada hubiera pasado y yo seguía viendo a Ignacio a escondidas, me dolía en el alma engañarlo, pero no me dejaba opción. El amor que Ignacio y yo sentíamos sobrepasaba cualquier límite, hasta el del respeto por mi pareja.
Una mañana Ignacio me pidió que nos casáramos, no tuve otra opción que enfrentar de una vez por todas a Juan, debía saber la verdad. Esa misma tarde nos encontramos en el bar de mi tío. Aquel bar, que lo había visto pelear con su ex novia, el mismo donde yo lo había conocido y que presenciaría aquel adiós.
Esa fue la última palabra que Juan escuchó, adiós. Él se desvaneció en el piso del bar y los médicos ya no pudieron hacer nada. Su problema cardíaco fue el único secreto que no me había dicho. Tarde mucho tiempo en recuperarme, a pesar de la ayuda de Ignacio que siempre estuvo a mi lado.
Al siguiente verano volví a la casa de mi abuela junto a él. No podía dejar de buscar a aquel colibrí multicolor participe de mi pasado, pero ya no estaba allí.
Ahora soy una mujer feliz junto a Ignacio, el tiempo paso y fue bueno con nosotros. Tenemos dos hermosos hijos adolescentes, que no logran comprender la lagrima que recorre mi rostro, cuando veo a un colibrí tomando el néctar de aquellas bellas flores del jardín de mi abuela, los sábados de verano por la tarde.

04 febrero 2010

DEMASIADO TARDE PARA DECIR TE AMO (FINAL)

A Julián no lo volví a ver desde su confesión. Se había esfumado. Supuse que estaría buscando a Penélope.

Él no la amaba, de eso me había dado cuenta, pero quería muchísimo, la necesitaba.

Decidí no pensar más en aquella historia. Era inútil buscar respuestas, no las iba a encontrar. En definitiva ese no era mi problema.

El día que me preparaba para volver a Buenos Aires y retomar mi vida habitual, se acercó la doctora, aquella mujer que trabajaba como nadie en lugar. Necesitaba encontrar a Julián y pensó que yo podría ayudarla. Habían hallado a Penélope ya sin vida. El alma me llego a los pies. Luego de conocer todo lo que esa chica había luchado por vivir, por su amor, sentí que el destino le jugaba una mala pasada, estando a punto de lograr su felicidad. El río testigo de su vida entera, se la arrancaba.

¿Quién le diría lo sucedido a Julián? Decidí retrasar unas horas mi partida, debía ser yo la que le comunique la trágica noticia. Primero necesitaba encontrarlo. Hice averiguaciones, salí en su búsqueda, sin darme cuenta que había permanecido toda la noche en el colegio. Lo halle en un aula, sentado mirando un punto fijo, me acerque y sin permitirme hablar comenzó a contarme que ese lugar había sido muy especial para ellos. Había sido el aula de séptimo grado de Penélope. Ella siempre le contaba que era su mejor recuerdo, el comienzo de su vida adolescente. Supe que él se sentía cerca de ella estando allí. Me senté a su lado, y le comunique la terrible noticia. No se inmuto. Supuse que no había caído en la cuenta de que Penélope ya no iba a volver.

Lloró, me abrazó y me pidió que me fuera. Acepte su pedido pero le dije que me iba para siempre, debía volver a mi lugar. Sólo me miró y aquella imagen fue la que guardé, era lo más lindo que me llevaba de aquella catástrofe.

Abordé un avión y volví a casa. En esa semana visité a mis padres, les dije que los había extrañado mucho y que los quería. Llame a mis amigos, arregle un encuentro para recordar viejos tiempos. Por último fui a la redacción, me senté frente a mi computadora y comencé a redactar la historia de amor de la semana, la cual titule "Demasiado tarde para decir te amo".

Recibí millones de mail, y felicitaciones de mi jefa. Todos halagaban mi tarea.

Nunca pude sacar de mi mente la mirada de Julián el día que me despedí de él.

Ya pasaron seis meses desde mi partida. El agua en Santa Fe por suerte desapareció. Hablé con la doctora y me dijo que la gente comenzó a regresar a sus casas para volver a empezar. Antes de colgar me invitó a un acto homenaje en honor a las víctimas y a aquellos que ayudaron, yo no le aseguré estar, le dije que lo pensaría. No pregunté por Julián, en realidad no me animé.

Arreglé todo en Buenos Aires para poder viajar. Al llegar al lugar reconocí muchas caras, niños que habían sido rescatados, familias que lloraban a algún ser querido que las aguas le habían robado. También estaban aquellos que arriesgaron su vida por salvar a todo un pueblo, aquellos que había visto incansablemente velar por la salud de los ciudadanos.

Caminé por el río, estaba tan tranquilo como si nunca hubiera desbordado. Llevé rosas rojas, se las llevé a Penélope. Cerca de la orilla, parado frente a un árbol encontré a Julián, limpio y prolijo tal cual yo me lo había imaginado. Me acerque, él se percató de mi presencia. Supuse que ese había sido el árbol en el cual se habían visto por última vez, Julián había tallado en el, “TE AMO”. Ambos sabíamos que eso no era verdad. Pero para él esa era la única manera que el alma de Penélope descansara en paz.

Me miró a los ojos y me dijo que me amaba. Sólo sonreí y comencé a caminar, esperando que aquel río fuese testigo de otra historia de amor, la misma que seguro sería la nota de la semana en Enamórate.

FIN

02 febrero 2010

PREMIO

Hola a todos!!!!!!

En esta ocasión interrumpo la última parte de mi cuento "Demasiado tarde para decir te amo" porque he recibido un premio y lo quiero comp
artir con ustedes.

Según las normas que le acompañan, se han de cumplir cuatro requisitos.



A saber:

• Decir porque amo tanto leer
• Mostrar la imagen del premio
• Agradecérselo a quien te lo envío
• Entregárselo y avisar a 10 personas mas

Vamos a cumplir con los requisitos:

DECIR PORQUE AMO TANTO LEER:

De chica leía poco y nada, siempre me gustó más escribir. Cuando fuí creciendo tuve que abocarme a los estudios y deje de lado la lectura por placer. Un día un gran amigo, que pronto esta por cumplir años y aprovecho a saludarlo, me convenció de que tenía que leer más si quería mejorar mi estilo. Fue allí dónde impulsada por su insistencia compre Eva Luna de Isabel Allende y luego siguieron La casa de los espiritus y Amor en tiempos de Colera de García Marquéz. A partir de ahí no paré y me volví fanática de los libros.



MOSTRAR LA IMAGEN DEL PREMIO:




AGRADECER A QUIEN ME LO ENVIÓ:

Gracias a Rochitas he conocido a una persona que me deslumbró apenas lo leí y se convirtió en uno de mis favoritos. Como le digo siempre mi gran amigo Chinaski que con sus cuentos supo sembrar esta amistad y este placer que sentimos al leernos mutuamente.
A ver cuando publica algun librito y nos lo hace llegar a sus amigas argentinas.
Muchísimas gracias por este premio, es de gran valor para mí.

ENTREGARSELO A 10 PERSONAS:

No son 10 son los blogs que más me gustaron


Silencios
Mi cajón desastre
Memoria, dolor y ternura
Cuentamelo otra vez
El jardin de la nostalgia- momentos
Toro Salvaje


Saludos y gracias nuevamente

LuluZiña