03 mayo 2009

SOÑAR CON LA VIDA

Hola a todos!!!!!!!! En esta ocación quiero compartir con ustedes, un sueño.
Esta actividad es una de las tantas que realizo en el taller literario dirigido por María Fernanda Barro Gil .
Basado en una inspiración del cuento "Sueños de sueños" de Antonio Tabucchi.
Espero que lo disfruten.
Buena semana para todos.



LuluZiña


SOÑAR CON LA VIDA



Lulita debía ir a dormir, su madre llegaba para destronarla de “su” lado de la cama, junto a su padre.
La esperaba la preciosa habitación sacada del cuento de Blanca Nieves.
La madre la arropo y la niña pronto concilio el sueño.
De inmediato, una señorita de quince años aparece. Lulita no logra entender, pero mira absorta aquella imagen. Era ella, la protagonista de su propio sueño, el futuro la sorprendía con un vestido amarillo largo hasta los tobillos y una capelina que cubría su oscuro cabello. Un inmenso campo era el escenario.
La ilusión novelesca se iba convirtiendo en verdad, corrió por el verde césped hasta agotarse, luego se recostó ya fatigada y contempló el cielo de aquel azul intenso que la hipnotizo. A su lado, un libro de tapas aterciopeladas reposaba esperando que aquella joven lo tomara en sus manos. Sorprendida, lulita comenzó a leer aquella historia. Se remonto a una plaza con juegos, una hamaca que la invitaba a subir, de pronto un hombre de hielo se aproxima, Lulita no puede distinguirlo pero su figura le es familiar, ese personaje que parecía de ficción no era otro que su abuelo. Ella corrió a su encuentro y ambos se unieron en un abrazo. El hombre permaneció en cuclillas para que la pequeña alcance a rodear su cuello. Por fin ambos podían volver a hablar. Un dialogo anhelante corría por las páginas como un arroyo. Fueron horas de historias que se le habían acumulado a Lulita en su garganta desde hacia varios años.
La hamaca seguía buscando a la niña y ella quería disfrutarla junto a su abuelo. Mientras él la columpiaba, Lulita cerraba sus ojos y sentía que volaba. Sin culminar aquella historia, el libro se quedo sin páginas y la joven de quince años sentada sobre el verde césped, liberó aquella lágrima que recorrió su rostro hasta caer en la tierra quizás para dar continuidad de vida.
Otra vez el campo. Lulita comenzó a caminar y sintió que la tierra se transformaba en arena y ella en mujer, su vestimenta había cambiado, su pelo suelto, sus pies descalzos y un vestido blanco sobre su piel. El mar era testigo y a lo lejos un muchacho, alguien inolvidable, que había visto reiteradas veces pero que poco sabia de él. Aquel joven también vestía de blanco, la tomo de la mano y comenzaron a caminar por la playa, parecía que él no hubiera partido nunca, estaba a su lado, tal vez era un ángel, pero Lulita no podía distinguir y decidió vivir el momento en silencio.
Un beso en su mejilla dio por finalizado el paseo.
Lulita ya no estaba en la playa, ahora se encontraba en un lugar desconocido pero sumamente calido, la joven estaba desnuda y reposando sobre su pecho una niña de unos aproximados dos años de edad, con rizos castaño claro y tez morena. Piel con piel, Lulita sintió dentro de su alma una sensación jamás experimentada. Un gozo inmenso y ese contacto, mágico. Lulita era mamá y en brazos el fruto de ese gran amor.
Jugaba con la pequeña manito de su hija y creyó que era real ese instante, pero el anochecer estaba culminando dejando paso a la mañana, lastimosamente todo iba llegando a su fin.
Una suave voz la despierta, era su madre dándole la bienvenida a un nuevo día y no era igual a los demás, hoy Lulita comenzaba primer grado y tal vez el camino para hacer realidad sus sueños.