22 diciembre 2011

EN EL JARDÍN DE LAS ROSAS IV


Por la mañana desayunamos en silencio. Quiso mate, como siempre. Le pedí permiso para no ir a trabajar ese día y me lo concedió. A su vez llamé a la oficina y me reporté enferma.
Nos tomamos el cuarenta y cuatro y llegamos al cementerio de la Chacarita.

- ¿Qué hacemos acá? ¿murió alguien y no me enteré?
- Algo así, Martín.
Siguió caminando a la par mía. Yo temblaba. No había estado en aquel lugar desde su entierro.
Llegamos a su lápida y me puse frente a él para que no pudiese ver.

- Necesito contarte algo muy importante.
- Podes dejar de dar vueltas y decirme que pasó de una vez por todas.
- Te acordás del día de la fiesta.
- Si por supuesto.
- Te fuiste sin saludar.
- Si, pero volví. Vos te fuiste sin saludar.
- Bueno, no importa eso ahora ¿Recordás qué pasó después?
Hizo una pausa. Intentó recordar pero no lo lograba.
- No me acuerdo. Sólo tengo la imagen de la reunión de ayer.
- Después de la fiesta volviste a tu casa. Te empezaste a sentir mal. Carolina llamó al médico, te trasladaron al hospital más cercano. No pudieron hacer nada. – y mi voz iba desapareciendo- Tu corazón dejó de latir.
Mi rostro estaba lleno de lágrimas y vi un gesto raro en el de él. Como si mi relato le hubiese traído recuerdos.

- Me estás cargando. Todo esto es una broma de mal gusto, Laura.
- No es broma. Te estoy contando la verdad de la mejor manera posible. No es fácil para mi decirte que estás muerto.
- ¿Muerto? Estás loca. Me trajiste hasta acá para decirme tremenda pavada, por favor.
- Mirá el nicho y comprobálo con tus propios ojos – al terminar de decir esas palabras me corrí para que él mismo pudiera ver la realidad.
Estaba cara a cara con la muerte.
Su nombre escrito en aquella lápida lo obligaban a creer en mi relato. Cayó de rodillas frente a si mismo. Acarició el mármol y lloró desesperado. Intenté abrazarlo pero me apartó con un brusco movimiento. Entendí que necesitaba estar solo y salí del lugar.
Me senté en las escalinatas y esperé. Sabía que me iba a buscar.
Se sentó a mi lado y hundió su cabeza entre las piernas. No dijimos nada. Yo no paraba de llorar. Era un llanto calmo. Al cabo de unos minutos cruzó los brazos sobre las piernas y balanceándose tocaba mi hombro con su cabeza. Intentaba reanimarme.

- ¿Lloraste mucho? - Preguntó como si se tratase de alguien ajeno.
- Incansablemente. Te extraño ¿sabes?
- Me imagino. ¿Hace cuánto que no estoy?
- Un mes.
- ¿Carolina?
- No sabe que hacer con su vida. Está muy triste pero también tiene en claro que no te puede defraudar. Siempre transmitís esa alegría y optimismo a todos.
- Transmitía ¿Te cuesta todavía hablar en pasado?
- No me resigno a hablar de vos en pasado.
- Tal vez por eso sos la única que me puede ver.
- No lo sé.
- Uh ¿mi mamá?
- Entre todos tratan de contenerla.
- La quiero ver.
- Yo no te puedo acompañar
- Por favor, lleváme. Necesito ver a mi mamá.
Nos levantamos al mismo tiempo y fuimos hasta la casa de su madre.
Toqué el timbre, algo nerviosa. No podía saber en que forma iba a reaccionar. Si bien me conocía y tenía un gran afecto por mí, tal vez no era el momento para interrumpirla.
Se sorprendió de mi visita pero me hizo pasar.
Tenía la cara demacrada. Se notaba que había estado llorando hacía poco tiempo.

- Qué raro que me vengas a visitar.
- Eh… Quería saber como estaba.
- Y… sabés como es esto.
- Si. – dije mientras bajaba la cabeza. Me sentía mal de no saber bien que decir pero le estaba dando la posibilidad a Martín de volver a ver a su madre.
- Decíle que le viniste a traer plata, y dale lo que tenés en la billetera.
Lo miré sorprendida porque tenía sólo veinte pesos encima.
- Hacéme caso – prosiguió.
- Le vine a traer plata - Y cuando saqué la billetera tenía quinientos pesos.
- Gracias. Pareciera que Martín estuviera acá.
- Algo así – me acerqué para darle un beso y un fuerte abrazo. Lo hice por los dos. Martín tenía los ojos llenos de lágrimas y advertí que iba a ser mejor que me fuera antes, de que ninguno de los tres pudiera controlar el llanto.
Salimos de allí con el ánimo por el piso. Ambos teníamos mil preguntas sin respuestas. ¿Cómo seguía todo? ¿Qué debíamos hacer? Él estaba más perdido que yo. Por alguna razón, todavía seguía en este plano.

- Tal vez tenés una cuenta pendiente.
- Siempre fantaseando. No cambias más – y se hecho a reír. Reímos juntos.
- Te hablo enserio. Por algo no te vas.
- No se si es bueno. Debo ser la primera persona que no se da cuenta que murió.
- Típico tuyo – y volvimos a reír. Pero yo tenía razón. No existía persona más despistada que Martín.
- ¿Será algo relacionado con Carolina?
- No creo que con ella tengas cuentas pendientes. ¿Será conmigo?
- No. Con vos tampoco tengo cuentas pendientes. Pero sí estoy seguro que sos la persona elegida para ayudarme y no se equivocaron.
- ¿No te hubiese gustado más que sea Caro la que pueda verte y no yo?
- No te voy a mentir. Hubiese sido fantástico. Pero si tuviera que elegir otra persona serías indudablemente vos. Mi hermanita. – y puso su mano en mi cara acariciándola.
- Tuve suerte entonces.
- Así parece. Igual esto de quedarme por la mitad no me resulta nada gracioso.
- ¿Te gustaría irte definitivamente?
- Creo que sí. Ya no tengo posibilidades de vivir. Me siento Gasper.
- No sé como ayudarte. Voy a llamar a Rosa otra vez. Ella conoce un brujo, quizás nos pueda dar una pista.
- ¿Un brujo? ¿Y si vemos a un cura?
- Podría ser otra opción. Pero tenemos que ser precavidos, van a creer que estoy loca. – rió nuevamente sin parar. Era verdad lo que yo decía. Mi versión del muerto que no sabe que murió, podía llevarme a la internación directa.

7 comentarios:

David Cotos dijo...

Muy buen cuento. Sorprendente. Felices Fiestas.

David Cotos dijo...

Muy buen cuento. Sorprendente. Felices Fiestas.

Silvia García dijo...

Querida Lu, quiero decirte que pensé mucho en vos cuando estuve en Bs. As.pero se juntaron varias cosas para que no pudiéramos encontrarnos, de todas maneras siempre te tuve presente.
Te busqué en FB pero aparecen doce personas con tu mismo nombre.
Si quieres buscar el mío puedes identificarme porque vivo en Trenque Lauquen.
No te comento nada sobre el cuento porque tendría que empezar por el 1º capítulo y estoy con poco tiempo ahora.
Que la Luz de la Navidad ilumine tu vida y que el 2012 arribe pleno de buenos momentos y mucha Paz.
Te mando un abrazo gigante.
Silvia

casss dijo...

amiga, primer capitulo que leo, volvere para comenzar por donde se debe, pero de verdad que me quede prendada de tu relato.

un fuerte abrazo, vuelvo...

Rossina dijo...

Lu,
se me ocurre pensar que Rose conoce varios brujos, otra amiga suya lo que Martín sugiere.
Tal vez sea así, que no nos demos cuenta, que no se pierden los sentidos, y que no hay apnesia. Esperemos que ahora de verdad no esté añorando, sí en paz y sin perder demasiado tiempo en mirar la escena de la vida.
Viene con ritmo el asunto.
La foto fascinome.

Cecy dijo...

Que momentos para ambos, verdad?, tener que aceptar, uno diciendo y el otro sabiendo con todo lo que ello significa.

Sigue buena...

Verónica dijo...

Que tema cuando sentimos que nadie nos va a entender, que van a pensar que estamos locos... ¿será que nos cuesta tanto entender que seguimos conectados? que hay un amor que nos une más alla?
te quiero ami