29 agosto 2011

MI LUGAR, LA FRONTERA


La escuela de frontera número seis la esperaba.

Nadie había estado de acuerdo con su decisión, pero ella sentía que aquel podía convertirse en su lugar en el mundo. Ese que muchos pasan la vida buscando, sin suerte.

El miedo venía a molestarla sin falta, todas las noches, pero ella lo ignoraba.

Nada podía detenerla.

La mañana del dos de febrero tomó conciencia del paso trascendental que daba en su vida.

Un avión hasta la capital y un micro que la dejaba en el pueblito más cercano. Todavía quedaba un último tramo por recorrer. Sólo la valija de rueditas, que parecían cansadas por el trayecto rocoso, y su bandolera extra large.

Se dispuso a buscar la forma de llegar a destino.

Finalmente un vecino del lugar se ofreció a llevar a la nueva maestra, hasta la escuela. En el viaje, el conductor le fue narrando distintas historias, algunas graciosas, otras crueles. Los niños del lugar eran muy sufridos. Nada iba a ser fácil para ellos. El sueño de la mayoría era terminar sus estudios para “ser alguien en la vida” como le recordaban sus padres, los mismos que los obligaban a debatirse entre estudiar o ayudar con el trabajo en el campo.

Había escuchado historias como esas en repetidas oportunidades, pero ahora era diferente, ella era la protagonista.

En sus manos estaba la formación de aquellos niños que intentaban, tal vez sin suerte, virar el rumbo de su destino.

La escuela estaba mejor de lo que esperaba. Le faltaba algo de pintura pero nada que no tuviera solución. Pegada a la misma se encontraba la casa que a partir de ese momento, se convertiría en su hogar.

El lugar era lúgubre, pero se propuso darle vida. Limpió y ordenó. Al día siguiente fue caminando hasta el pueblo, compró cortinas nuevas y todo lo que consideró que hacía falta.

Ese primer mes había sido duro. Estuvo a punto de desistir varias veces. Sin embargo, aferrada a los rezos que noche y día le ofrecía a la Virgen de Fátima, siguió adelante.

Marzo fue diferente. Los chicos comenzaron las clases y ella su tarea. Aquellas caritas reafirmaron que la decisión tomada era la correcta. Todos en el pueblo hablaban de la nueva maestra. En conjunto pintaron la escuela y con la ayuda de aquellos que habían quedado en la ciudad donde nació, pudo darles a todos, lo que se merecían. Los meses fueron pasando y el trabajo era cada vez más exhaustivo. No tenía tiempo de recordar. Muchos fines de semana visitaba el pueblo y participaba de las peñas que se armaban. Su vida había cambiado. Por primera vez sintió que aquel lugar era donde quería permanecer para siempre. Sus chicos, el motor de la felicidad.

14 comentarios:

Rossina dijo...

Qué bonita historia...
Dan ganas de eso, de empezar de cero, casi sin pasado, todo por dar. Todo por darse.

Cecy dijo...

Preciosa.
Historias tan reales y dignas de admirar.
Eso si es felicidad.

Un abrazo!

Alezhi dijo...

Muy bonita historia, siempre admirables esos educadores que ante todos los obstáculos están decididos a lograr que esas caritas puedan aprender más allá de lo que otros se atreven a enseñar.
Mi hermana es educadora, así que tu historia me hizo recordar como inició su carrera, enseñando en pueblitos lejanos.

Saludos

días intensos dijo...

Tal vez la felicidad no consista más que en encontrar ese pequeño pueblo de frontera donde podemos ser útiles a los demás.
Hace poco he leído que los maestros tienen el privilegio y la responsabilidad de moldear el futuro.
Un abrazo, Lu.

Atlántida dijo...

Admiro la valentía de aquellos que se deciden a cambiar y poner patas arriba toda su vida siendo capaces de girarla 180º!

Recomenzar dijo...

Me atrajo el titulo de tu blog
escribir es sedicir

es contactar .es..............maravilloso tu blog
Un abrazo

Recomenzar dijo...

Y estoy con vos Escribir es salvar el alma para vivir

Luis Nieto del Valle dijo...

Una bonita historia, en correspondencia con una bonita y sacrificada profesión, cuyos resultados compensan con creces cuando se ejerce con verdadera vocación. Ocurre en otras profesiones igual, pero ésta de educador en una escuela, creo que es especialmente maravillosa.

Un cariñoso abrazo desde 'Poemas del volcán'

Nati dijo...

Que importante es hacer del lugar en donde uno está, en donde uno se mueve, el lugar más armonioso y agradable... sin duda cuando uno se decide a cambiar algo debe hacerlo con todo el corazón. La educación es el cimiento para dejar mejores niños para este mundo :) saludos desde Chile, en donde la edacación, esperemos que mejore por estos días.

Lía! dijo...

La riqueza espiritual se encuentra en la frontera de nuestra propia intimidad, de esos deseos cumplidos en los que muchas veces nos apostamos la vida y con esa virtud de coraje que ciertamente hace posible emprendamos un nuevo camino a recorrer siempre con la certeza de simplemente querer vivir...
En tu lugar te visito, te acompaño y te dejo la huella de mi paso...

Besos, preciosa narración!

TORO SALVAJE dijo...

Me dan ganas de hacer lo mismo.
Que historia tan bonita y con final feliz.

Besos.

Rossina dijo...

le hizo encontrar el rumbo a torito extraviado. Moriré de emoción.

Fly.. dijo...

Explora..

Anónimo dijo...

Bella historia. Y esperanzadora, que no es poco.


Saludos